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VEINTICINCO AÑOS DE CINEMA PARADISO

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 Veinticinco años han pasado desde que nuestros ojos se llenaran de nostalgia, y nuestros oídos de magia, con Cinema Paradiso. Tornatore celebró su amor por el cine, la magia de su Sicilia infantil en una película bellísima, hermosa en el sentido más puro. La película gozó de gran éxito de crítica y público, aunque no faltaron puristas que la tacharon de tramposa. Inconcebible. El cine es imagen, es belleza, es ensoñación, es estética. Todo eso y mucho más es Cinema Paradiso, una recreación de la belleza, un canto estético una historia deliciosamente narrada. Desde las primeras escenas intuimos estar ante una película deliciosa, con interpretaciones sublimes. Las escenas de la Sicilia adusta, la otra cara de la moneda, la aspereza fue narrada por Tornatore en L´Uomo delle Stelle, dejan paso a la historia llena de emoción conocida por todos. La pasión por el cine del maravilloso Totó y su relación con Alfredo (la memorable interpretación de Philipe Noiret) son el hilo conductor que llena la pantalla de recuerdos hermosos. En el lado paralelo al argumento, matizando a éste, subrayándolo, elevándolo está una de las bandas sonoras más perfectas de la historia del cine. El maestro Ennio Morriconne crea la forma más pura y exacta de exaltación musical de la imagen. Referente inequívoco de compositores, a  esta banda sonora se le debe atribuir un altísimo porcentaje en el éxito de la película y aún más en la celebración estética que es la misma.

El tema central con los violines en primer término, entrelazando el tema principal con el bajo, en unos sobreagudos que son la viva imagen de la nostalgia. La composición de Andrea Morricone en Love Theme, en un piano que se clava en el alma nos evoca a Alfredo, ya adolescente, en el cine de verano, recordando a Elena. Elena se fue, la dejo escapar, se marchó para siempre y no volverá jamás.

Ecos de Fellini, en un guiño a ese cine italiano que enamoró al mundo, la música de Morriconne, al que tantas veces hemos rendido merecido homenaje desde estas páginas, alcanza su máxima expresión de belleza en esta banda sonora que es lo más parecido a la perfección que cualquier director busca para una banda sonora.

Un cine completo, lleno de argumento, historia, imagen, fotografía y música, una historia que entronca con esa nostalgia italiana que abanderó D´Amicis. Tornatore es un maestro de su propia historia, de la película de su vida. Nadie como él para narrarla, nunca una película salió tan redonda, tan exacta, tan precisa. Obviemos la trampa si la hubiere, la nostalgia es una trampa en sí misma, la vida también lo es, todo es mentira al fin y al cabo. El cine es mentira, eso nos decían cuando éramos niños. Cinema Paradiso y su música es una de las pocas verdades que nos quedan. En cada cine de verano, en cada sábana colgada al viento, en cada joven que añore su amor de verano, en cada hombre que persiga un sueño y vuelva a atrás para recordarlo, hay un poco de Cinema Paradiso. En cada nostalgia del mundo se oyen las notas de Morricone que celebran la vida

Última actualización el Domingo, 21 de Septiembre de 2014 10:09  

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kavafis

 Conocido y estudiado siempre por su poesía, las prosas de Cavafis son en sí un complemento magnífico para el conocimiento de la personalidad del autor, de su tiempo y de esa Alejandría siempre mítica que camina en la historia,  siendo cruce de caminos entre oriente y occidente, entre lo árabe y lo griego, entre el ser y la nada.

 

Kavafis eterno, sus prosas no tienen desde luego el interés de su producción poética; algunos textos, meros diarios, otros, impresiones que no conforman un cuerpo definido en su producción literaria. Pero esas prosas recopiladas por Tecnos-Alianza, son el aderezo imprescindible para la comprensión de la personalidad de un autor que cabalga entre dos mundos: lo clásico, que se reviste siempre de esa melancolía que conforma un modo de acercarse a lo arcano; y lo moderno, con esos tiempos que cambian constantemente aniquilando el mundo de ayer, que recreó Zweig con idéntica melancolía. Los textos, son una amalgama de impresiones, exposiciones, teorías, y esa curiosa obsesión cavafiana por las medidas térmicas. Margarite Yourcenar ya lo hizo notar en su "A beneficio de inventario", Cavafis adora las temperaturas y demás mediciones. Hacer constar la edad de su protagonista, los grados al comenzar el día, al atardecer, a todas horas, dotan a los textos de veracidad meteorológica, no exenta de simpatía; de realidad extrema. Lejos de la anécdota, las prosas ayudan a ubicar con extrema exactitud a Cavafis, en su mundo, en su eterna circunstancia, siempre cambiante, en sus estados de ánimo pero inmutable en su realidad;  nos permiten ver su vida más allá de la Rue Lepsius, conforman la realidad privativa de un hombre que a veces se nos puede diluir entre los textos de Forster o Durrell. Cavafis, el alejandrino, el griego, el inglés, todo a un tiempo son estas prosas, ejemplarmente recopiladas.