ConfutatisWeb

  • Aumentar fuente
  • Fuente predeterminada
  • Disminuir fuente
Home Discos Discos Lisa Ekdahl, el dulce calor escandinavo

Lisa Ekdahl, el dulce calor escandinavo

E-mail Imprimir PDF

lisa

 Resulta curioso ver cómo es posible poner dos cubitos de hielo escandinavo en una copa de caipirinha, y observar al tiempo  cómo se derriten ,cómo se funden para lograr un resultado espectacular. El jazz escandinavo no se limita a la recreacion de estandares ,ni a su ola de musica que parece haber nacido para publicarse en ECM. Los ritmos latinos agitan los clubes de escandinavia, y especialmente Suecia se muestra proclive a  crear un tipo de jazz que nos hace dudar de su lugar de origen. Este disco es un ejemplo de la fusión bien hecha, ritmos brasileños cantados con maestría por Lisa ,que parece la prima pequeña de Astrud Gilberto. Un disco poco publicitado (para eso estamos nosotros), pero digno de absoluta recomendación. La musica de Salvadore Poe, ( que sepamos nada que  ver con  Edgar) es digna de un gran Jobim. El disco es una obra cerrada y bien concebida, un producto estudiado y bien hecho que permite desayunar salmón bebiendo caipirinha...

Última actualización el Domingo, 14 de Junio de 2009 10:18  

Asociados


Newsflash

YO FUI MI MEJOR CLIENTE. HEINZ BERGGRUEN. ED. ELBA

 Traemos a nuestras páginas una recomendación de primera linea. Elba nos presente un cuidado volumen memoria viva de la historia del arte de buena parte del siglo pasado. Berggruen, cosmopolita y visionario, hombre de vida pasional y apasionante, narra en primera persona la evolución de una pasión que fue su vida: el coleccionismo. Coleccionar como elevación del espíritu más allá de la mera actividad de acaparar, coleccionar arte como medio de conocimiento del artista, del entorno, del contexto de la época. Berggruen participa de una época prodigiosa y entabla contacto y amistad con muchos de los grandes maestros. Estrechamente ligado a Picasso, es fiel cronista de parte del carácter del malagueño; numerosas anecdotas de la vida de éste, de sus particular visión de la vida y del propio arte. Matisse, la ubicua Gertrude Stein, Sartre, y todo el elenco de ese Paris que era una fiesta, con un rato en Deux Magots, de donde salia un encuentro providencial, una amistad duradera que podría diluirse en una copa de absenta, para retomarla en el Cafe de Flore. Berggruen colecciona y acapara, vende y se queda con obras por amor al arte, construye una colección para Berlin y nos da una rica visión del mercado del arte, que no del mercadeo, tan común hoy donde muchos coleccionistas no son sino marchantes, tratantes de ganado a la espera de una subasta beneficiosa. Sin ocultar la mercantilidad de su actividad, Berggruen se erige fedatario de una época en la que se forjaron muchas de las grandes colecciones que provenían directamente de las fuentes: un café con Picasso en Antibes de donde sale un regalo improvisado sobre una servilleta, una tarde con Matisse que crea un trato preferente... quien sabe que podía deparar una visita al taller de cualquier artista en los años de la efervescencia creativa del nuevo arte.